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¿y tú, cuál eres?


Hay momentos en la vida que resultan cruciales para uno. Cada quién sabe de qué momentos hablo, o quizá no, pero son de esos momentos donde te tienes que identificar con la zanahoria, el huevo o el café. Para los que no saben de que rayos hablo, es una analogía sobre cómo enfrentamos las adversidades.

El punto es que los momentos difíciles nos esculpen como al mármol, pero somos nosotros los que decidimos que forma tomamos.

Pasar por momentos difíciles viene en el paquete de la vida. No tiene nada de malo sentirse un poco débil de vez en cuando, pero hay que tener el valor de saber que tenemos el poder de cambiar todo lo que no nos de felicidad. Valentía tendría que venir en el paquete también pero esa no esta incluida; esa la tenemos que buscar, y luchar por ella, dicen que se encuentra en los lugares más remotos de nuestro ser, ahí donde se toca el fondo, en un rincón empolvado, esta nuestra salvadora valentía; y sí, a veces tenemos que ir justo hasta allá para encontrarla.


Después de esos momentos difíciles el cuerpo reacciona con diferentes mecanismos de defensa, cada quién tiene los suyos. Las pedradas son los más usuales, escondiendo sentimientos detrás de un post, yo creo que es para cobardes, y me declaro culpable. También terminas poniéndote una máscara y sonríes de más, y pretendes que el mundo gira y no hay efectos secundarios en tu persona, sin embargo sientes cada momento de la rotación terrestre como tu mini montaña rusa. Así vas por la vida, “no pasa nada”, “estoy bien”, “estoy tranquila/o” mientras las noches siguen pareciendo más largas de lo normal cada vez que te despiertas a las 4:00 AM y no logras conciliar el sueño.

Hasta que un día te levantas, pones el café, y decides que si tu ciclo del sueño se acortará más vale hacer buen uso de él. Al principio sólo es inercia lo que te mueve, hasta que llega otra fuerza que colisiona contigo y por fin logra cambiar el estado de movimiento. A esta fuerza hoy le llamaremos “oportunidades”, y así cuando por fin logras volver a ver claro, te percatas que la vida está llena de posibilidades. Lo que pasa es que le tenemos tanto miedo a ellas que a veces no estamos dispuesto a tomarlas. Tenemos miedo a los principios porque ya hemos experimentado un fin, pero se nos olvida que todo fin es una nueva forma de comenzar, y hacerlo mejor.

¡Hay que perderle el miedo a vivir carajo!